Siento que hace veinte minutos tenía treinta años... La posibilidad de escribir mis historias sobre una nueva década que me esperaba me emocionaba: La realización profesional, personal, los grandes planes, pensar en casa, buenos autos. El mundo a mis pies... Y entonces, así, en un parpadeo, en un suspiro, suceden los cuarenta.
Ahora la preocupación es estar "in" (¿Se dice "in"?), verse bien, comer bien, pensar en los próximos diez años, competir laboralmente con las hordas de "Millenials" que te ven como una figura de experiencia (Léase "Vieja") a la cual pueden preguntarle cosas pero no incluirían en su "First choice of Staff" o equipo de trabajo porque "Los Millenials piensan diferente": #LoSabemosTodo.
Por otro lado, y quizá el lado más importante, los cuarenta me traen la satisfacción de cuando tienes mucha más idea de las cosas, "las ves venir", sabes lo que quieres y te empieza a importar mucho menos lo que piensen los demás. Te has formado como mujer, como individuo. Estás más cómoda en tu piel.
Los cuarenta me han liberado y he considerado viajes exóticos sola o con amigas, y regresar con un tatuaje o un piercing secreto.
Pruebo sabores más fuertes y los disfruto maravillada, es este perverso gusto de sacarle lo más fuerte a la vida.
Ya no voy a donde no quiero ir.
He reducido mi lista de amigos y tengo a personas de verdadera calidad a mi alrededor.
No felicito a cumpleañeros en facebook que no felicitaría en persona.
Ya no me interesa quedar bien. Ahora soy mucho más feliz.
Por supuesto quiero seguir adelante, quiero estar al día, conocer lo nuevo que el mundo nos ofrece y subirme a él. Disfrutarlo y acabármelo. Divertirme y llenarme las pupilas, los recuerdos y las esperanzas de las mejores cosas que ofrece.
A los cuarenta me declaro "Gourmet" de la vida: Tengo pocos pero mejores amigos, mejores amores, vinos, libros y viajes.
Amo los cuarenta. Amo a mis amigas cuarentonas y felices...
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